Aquel fatídico día, 15 de abril de 1912, además de las 2.227 personas también había a bordo 12 perros, todos pertenecientes a pasajeros de primera clase. Sólo los tres que iban con sus dueños en los camarotes, dos Pomerania y un Pekinés, consiguieron sobrevivir al subir a los botes en brazos de sus dueños. El resto, que iban en las bodegas, murieron.
Ninguno de los tres que figuran en la fotografía sobrevivieron pero el Gran danés tiene su propia historia. Ann Elizabeth Isham, su propietaria, consiguió subir a uno de los botes salvavidas pero cuando le informaron que su perro era muy grande para subir al bote, ya que ocupaba el lugar de una persona, saltó del bote y se dirigió a la bodega. Pocos días después del naufragio, un barco de rescate encontró el cuerpo de Ann abrazado a su perro.
Fuente: Javier Sanz
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