Estos hallazgos fueron presentados en la 18a conferencia anual de la Sociedad Internacional de Antrozoología y la Primera Conferencia de Interacción Humano-Animal en la ciudad de Kansas.
"La evidencia sugiere que la terapia asistida por animales puede tener un efecto positivo en un paciente psicosocial, emocional y físico", dijo Julia Havey, RN, presentadora del estudio y analista de sistemas, del Departamento de Sistemas de Información del Centro Médico de la Loyola University Health System (LUHS). "Estos nuevos datos apoyan dichos resultados y establecen las razones para ampliar el uso de la terapia con animales en recuperación".
Havey, amante de los animales junto a su colega Frances Vlasses, PhD, RN, NEA-BC, comenzaron a criar cachorros para convertirlos en perros de asistencia hace más de una década, a través de un programa llamado "Canine Companions for Independence” (Compañeros Caninos para Independencia). La organización sin fines de lucros proporciona los perros de asistencia altamente capacitados para personas con discapacidades físicas y de desarrollo de forma gratuita.
"Como enfermeras, estamos comprometidas a mejorar la calidad de vida de los demás", dijo Vlasses, profesora adjunto y presidente de Sistemas de Gestión de Salud y Políticas en la Escuela de Enfermería Marcella Niehoff de la Universidad de Loyola en Chicago. "Esta experiencia de servicio nos ha proporcionado una forma única de combinar el amor por los animales con el cuidado de las personas con necesidades especiales.
Además de las obligaciones financieras que van junto con la crianza de un cachorro, Havey y Vlasses llevan a los perros a clases de adiestramiento en donde les enseñan a los cachorros a comportarse en la casa y en público hasta que tengan la edad suficiente para ingresar a un programa de capacitación formal.
"De vez en cuando se ven nuestros amigos de cuatro patas en el campus de Loyola", dijo Havey. "Parte de nuestra responsabilidad como voluntarios es aclimatar a estos perros a las personas. La comunidad de Loyola, ha apoyado la formación y el uso de perros de servicio en el campus muy amablemente."
Cuando los perros tienen aproximadamente 15 meses de edad, las investigadoras los devuelven al centro de entrenamiento regional de Compañeros Caninos para Independencia por seis a nueve meses, donde se les enseña a ser uno de los cuatro tipos de perros de asistencia.
Los perros de servicio están capacitados para ayudar con tareas físicas y proporcionar apoyo social a sus parejas. Estos perros aprenden 40 comandos para aumentar la independencia de las personas con dolencias, que van desde lesiones en la médula espinal a personas con esclerosis múltiple.
Los perros de compañía de servicio especializados están capacitados para trabajar con un adulto o un niño con una discapacidad bajo la orientación de un facilitador. Trabajan con discapacidades que incluyen: parálisis cerebral, distrofia muscular, autismo y síndrome de Down. Un compañero calificado también puede servir como un puente social a las personas que no están acostumbrados a la relación con una persona con discapacidad.
Perros auditivos son entrenados para reconocer y alertar a sus dueños a sonidos diferentes, como un timbre, un despertador o una alarma de humo. La vida útil promedio de cada perro es de ocho años. Después de ese tiempo, el perro se retira a vivir sus años dorados como mascota.
Havey y Vlasses creen que la terapia asistida por animales en última instancia, se convertirá en un estándar de tratamiento para la curación. El equipo seguirá difundiendo esta opción terapéutica a través de discursos públicos y obras filantrópicas.
"La evidencia sugiere que la terapia asistida por animales puede tener un efecto positivo en un paciente psicosocial, emocional y físico", dijo Julia Havey, RN, presentadora del estudio y analista de sistemas, del Departamento de Sistemas de Información del Centro Médico de la Loyola University Health System (LUHS). "Estos nuevos datos apoyan dichos resultados y establecen las razones para ampliar el uso de la terapia con animales en recuperación".
Havey, amante de los animales junto a su colega Frances Vlasses, PhD, RN, NEA-BC, comenzaron a criar cachorros para convertirlos en perros de asistencia hace más de una década, a través de un programa llamado "Canine Companions for Independence” (Compañeros Caninos para Independencia). La organización sin fines de lucros proporciona los perros de asistencia altamente capacitados para personas con discapacidades físicas y de desarrollo de forma gratuita.
"Como enfermeras, estamos comprometidas a mejorar la calidad de vida de los demás", dijo Vlasses, profesora adjunto y presidente de Sistemas de Gestión de Salud y Políticas en la Escuela de Enfermería Marcella Niehoff de la Universidad de Loyola en Chicago. "Esta experiencia de servicio nos ha proporcionado una forma única de combinar el amor por los animales con el cuidado de las personas con necesidades especiales.
Además de las obligaciones financieras que van junto con la crianza de un cachorro, Havey y Vlasses llevan a los perros a clases de adiestramiento en donde les enseñan a los cachorros a comportarse en la casa y en público hasta que tengan la edad suficiente para ingresar a un programa de capacitación formal.
"De vez en cuando se ven nuestros amigos de cuatro patas en el campus de Loyola", dijo Havey. "Parte de nuestra responsabilidad como voluntarios es aclimatar a estos perros a las personas. La comunidad de Loyola, ha apoyado la formación y el uso de perros de servicio en el campus muy amablemente."
Cuando los perros tienen aproximadamente 15 meses de edad, las investigadoras los devuelven al centro de entrenamiento regional de Compañeros Caninos para Independencia por seis a nueve meses, donde se les enseña a ser uno de los cuatro tipos de perros de asistencia.
Los perros de servicio están capacitados para ayudar con tareas físicas y proporcionar apoyo social a sus parejas. Estos perros aprenden 40 comandos para aumentar la independencia de las personas con dolencias, que van desde lesiones en la médula espinal a personas con esclerosis múltiple.
Los perros de compañía de servicio especializados están capacitados para trabajar con un adulto o un niño con una discapacidad bajo la orientación de un facilitador. Trabajan con discapacidades que incluyen: parálisis cerebral, distrofia muscular, autismo y síndrome de Down. Un compañero calificado también puede servir como un puente social a las personas que no están acostumbrados a la relación con una persona con discapacidad.
Perros auditivos son entrenados para reconocer y alertar a sus dueños a sonidos diferentes, como un timbre, un despertador o una alarma de humo. La vida útil promedio de cada perro es de ocho años. Después de ese tiempo, el perro se retira a vivir sus años dorados como mascota.
Havey y Vlasses creen que la terapia asistida por animales en última instancia, se convertirá en un estándar de tratamiento para la curación. El equipo seguirá difundiendo esta opción terapéutica a través de discursos públicos y obras filantrópicas.
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